Pensemos un poco. Lo fácil en sí no existe. Si preguntáramos, uno por uno, qué es lo que considera fácil, todos responderían de manera diferente, existe lo que sabemos y podemos hacer, y lo que ni sabemos ni podemos hacer. Lo fácil es lo ya aprendido, lo que ya se ha dominado y se realiza con soltura, del mismo modo, lo difícil en sí no existe. Depende de la actitud. Lo que no se conoce, lo que se presenta como algo nuevo, tiene la máscara de lo difícil. Es probable que, por no saber resolver la situación, se siga llamando "difícil" o “problema”. La experiencia del miedo y del temor a lo nuevo no es la que nos lleva a superar lo difícil. Precisamente, para evitar las dificultades, hay que evitar todo atisbo de temor. Es natural que la vida esté repleta de cosas difíciles. Todos hemos venido al mundo para aprender, para sumar nuevos conocimientos, nuevas experiencias. Lo difícil es lo que nos pone frente a lo que nos corresponde saber en ese momento, a lo que -pareciendo un duro problema es, sin embargo, el ejercicio indispensable para que las experiencias se abran paso en la conciencia... y la actitud cambia pues aquellos problemas que parecen impenetrables se convierten en puertas de papel.
Lo cierto es que lo aprendido y lo asimilado se refleja con una cierta facilidad para actuar en la vida y hacer ver que de alguna manera como se diría vulgarmente sólo aquel que quiere puede y que por lo tanto como diría un filosofó “no hay imposibles sino imposibilitados”.